LASER-RESURFACING

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Resurfacing es una palabra inglesa que significa recambio de una superficie.

En Medicina Cosmética y Estética se aplica a todos los procedimientos terapéuticos cuyo objetivo es la renovación, con mayor o menor intensidad, de la superficie cutánea, mediante el empleo de un láser u otra fuente de energía lumínica. Y ello con la finalidad fundamental de tratar diversas patologías estéticas cutáneas (arrugas, manchas, cicatrices, estrías, tatuajes, etc.); la reparación cutánea secundaria que se produce entraña, además, una mejora global del aspecto y el tono de la piel, que, en el caso de la cara, puede determinar un significativo efecto lifting.

En qué consiste...

Consiste en la utilización del láser u otra energía lumínica, directamente sobre la superficie cutánea de la zona a tratar. A nivel celular dicha energía se transforma en calor intenso, responsable último del efecto terapéutico: destrucción-eliminación y, secundariamente, reparación-estimulación.

Existen diferentes tipos de láser (CO2, Neodimio-Yag, Erbio-Yag, etc) que pueden utilizarse para este procedimiento terapéutico.

Algunos, por sus propias características técnicas o por el modo de su empleo, permiten tratamientos superficiales (color y aspecto cutáneo), sin apenas lesión aparente de la piel. Se habla de técnica no ablativa. Pueden utilizarse directamente o con simple anestesia tópica (crema anestésica).

Otros permiten tratamientos más profundos (arrugas, manchas, estrías, cicatrices, atonía); en este caso, la anestesia tópica puede no ser suficiente, siendo necesaria una anestesia local, con o sin sedación, o una anestesia general, si la zona a tratar es muy extensa. Aquí la eficacia terapéutica pasa por la eliminación de varios estratos cutáneos, resultando una lesión aparente de la piel, con un necesario proceso curativo y reparador que puede durar varios días o semanas; se habla de técnica ablativa.

Finalmente algunos láseres concentran su actividad calorífica destructora directamente en pigmentos específicos (melanina en el caso de las manchas cutáneas, hemoglobina en el caso de las varices, varios en el caso de los tatuajes), salvaguardando la integridad cutánea. La técnica es, por lo tanto, no ablativa.

Hoy disponemos del láser fraccional, a caballo entre los sistemas de rejuvenecimiento ablativos y los no ablativos. Consiste en la emisión de miles de minúsculos haces de láser que penetran en la piel a modo de profundas columnas térmicas hasta la dermis profunda. Estas columnas térmicas producen heridas microscópicas separadas por tejido circundante sano, que contiene células con la capacidad de promover una rápida reparación/estimulación, con la consiguiente producción y reestructuración del colágeno y la elastina elementos. Se habla de fototermólisis fraccional; y puede ser ablativa o no ablativa (en este caso, algunos hablan de skin-refreshing).

Un determinado tratamiento completo puede requerir de una o varias sesiones.

Cuánto tiempo supone...

Depende de la o las patologías estéticas que se estén tratando, y también de la tecnología (equipo y/o modo de empleo y/o protocolo) que se esté utilizando.

Qué puede ocurrir...

En tratamientos muy superficiales (no ablativos), el postoperatorio es totalmente compatible con la reincorporación inmediata a las actividades sociolaborales. Apenas se requiere la aplicación de algún tratamiento dermocosmético específico y protección solar.

En tratamientos medios y profundos (ablativos), la necesaria agresión cutánea resultará más o menos aparente, y el postoperatorio puede comportar una descamación o peladura importantes, y/o la utilización de cremas o máscaras no ocultables, durante algunos días; la epidermis se recuperará en 7-8 días, pero el total restablecimiento de la piel puede requerir, en estos casos, algunas semanas durante las cuales deberá utilizarse alguna medicación tópica, dermocosmética específica y protección solar completa, y, si el médico lo autoriza, maquillaje de cobertura.

Las complicaciones son infrecuentes pero pueden ocurrir; naturalmente más en el caso de los tratamientos ablativos. Las más habituales son edema y eritema persistentes (más de 1 mes de duración), exudación abundante, costras, líneas de demarcación entre las zonas tratadas y las no tratadas demasiado evidentes, trastornos pigmentarios (hiper o hipopigmentaciones, reactivas, que desaparecen normalmente de forma espontánea, o residuales) y trastornos cicatriciales.

BHEQM opina...

El láser-resurfacing representa, en la actualidad, uno de los principales tratamientos del envejecimiento cutáneo facial y de otras patologías estéticas cutáneas; el hecho de ser un procedimiento sustentado por una tecnología de vanguardia en constante desarrollo, un método no quirúrgico, una terapia global y con unos resultados muy significativos, lo convierten en obligada referencia cuando se establecen las posibles alternativas terapéuticas de aquellos.

En muchas ocasiones, resulta el adecuado y necesario complemento de técnicas quirúrgicas o de otras técnicas médicas (bioestimulación con factores de crecimiento autólogos, mesoterapia, biodermogénesis, microdermoabrasión, peelings, toxina botulínica, implantes de relleno, etc.).

En todos los casos puede asociarse a un personalizado tratamiento dermocosmético, para preparar la piel, para prevenir posibles complicaciones y, fundamentalmente, para obtener resultados más duraderos.