El mundo no es lugar para viejos

Por María Valero
Fecha: 01/10/2014

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  • Un informe señala que la crisis deteriora el panorama de los mayores españoles
  • En 2050 habrá la misma proporción de mayores de 60 que menores de 15 en el mundo

Hoy en día, el 12% de la población mundial (868 millones de personas) tiene más de 60 años. Las mejoras en la calidad de vida, la reducción de la mortalidad prematura, los avances científicos o el crecimiento económico -entre muchos otros factores- van a permitir que, de aquí al año 2050, esa proporción se multiplique por dos, alcanzando el 21% de la población del planeta (más de dos mil millones de personas). Sin embargo, la prolongación de la esperanza de vida en todo el mundo no se ha visto acompañada de las adeacuadas políticas sociales, laborales y económicas para apoyar a los mayores.

Coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Mayores, establecido por Naciones Unidas para el 1 de octubre, la Universidad de Southampton (Reino Unido) en colaboración con la ONG de ayuda a la Tercera Edad HelpAge International acaba de hacer público el índice de bienestar de los mayores, un termómetro sobre los mejores lugares para envejecer en el planeta.

En ese ranking, con datos de 96 estados, Noruega figura como el mejor lugar para vivir a partir de los 60-65 años, seguido de Suecia,Suiza, Canadá y Alemania. A la cola de la lista, donde la inseguridad física y económica (sumadas a una menor esperanza de vida y a otra serie de indicadores) figuran Malawi, la Franja de Gaza, Mozambique y, en el puesto 96, Afganistán.

España ocupa un honroso vigésimo primer puesto, probablemente motivado por la buena puntuación que logra en el apartado sanitario, con una atención universal y gratuita a los mayores, y una esperanza de vida sólo superada por Japón. Sin embargo, como alertan los especialistas en envejecimiento de HelpAge en su amplio informe, «el congelamiento de las pensiones desde el año 2008 provocado por la crisis está haciendo perder poder adquisitivo a esta población«. Y a pesar de sus «modestas pensiones», añaden, muchas personas mayores están apoyando económicamente a sus hijos y nietos «y están siendo claves para mantener la estabilidad social del país a pesar de las altas tasas de paro».

A pesar de la buena puntuación que nuestros mayores obtienen en apartados como seguridad, conexión social o acceso al transporte público, los especialistas son conscientes de que su apoyo económico a las generaciones más jóvenes desde que comenzó la crisis «afecta a su propio bienestar». Además, subrayan, los datos se recogieron entre los años 2010 y 2012 por lo que considera probable «que no reflejen bien los efectos de las crisis y los recortes en sanidad introducidos en los últimos años [en el país]».

De hecho, la posición española en los indicadores sociales de este mismo índice con respecto al año anterior han empeorado, «lo que refleja un incremento de la soledad y de los recursos sociales (…) y un deterioro del entorno social de los mayores».

En general, el documento señala que las políticas sociales en todo el mundo a duras penas logran adecuarse al rápido incremento en la esperanza de vida. Una situación que se hace especialmente patente en el caso de los países con bajos recursos, aunque como subrayan, el progreso económico por sí sólo no garantiza una vejez apacible para la población de un país (y casi un tercio de los países analizados no cumple los requisitos mínimos para cuidar de sus ancianos).

Como seañala el director ejecutivo de la ONG, Toby Porter, a menudo es más una cuestión de prioridades que de invertir grandes recursos. Y pone como ejemplo la implantación de pensiones no contributivas que, en países de bajos recursos, puede llegar a ser universal por un coste inferior al 2% de su PIB y con grandes beneficios para todo el país. De hecho, el número de estados con este tipo de ayudas a los pensionistas con pocos recursos ha pasado de apenas 50 en los años noventa a más de 100 en la actualidad. «Hasta hace poco se asumía que los sistemas de protección social -incluidas las pensiones no contributivas- eran un lujo de los países ricos», admite el trabajo; «sin embargo, las experiencias en países con pocos recursos nos demuestran que asegurar un mínimo de seguridad financiera para toda la población no sólo es posible, sino que redunda en un mayor desarrollo económico para el país».

En la actualidad dos terceras partes de las personas mayores de 60 años viven en países de pocos recursos, una proporción que se incrementará aún más de aquí a 2050. Además, un porcentaje importante de esa tercera edad son -y serán- mujeres. Por todo ello, advierten además, ni el perfil ni las necesidades de los ancianos de hoy son necesariamente los mismos que los de nuestros ancianos del futuro. Incluir el envejecimiento y a las personas mayores en la agenda política a corto y medio plazo empieza a ser ya urgente, alertan.

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